En la Cámara de Diputados, el bloque de la Unión Cívica Radical (UCR) no se rompió y logró mantener su unidad, a pesar de las tensiones persistentes.

El conclave radical de ayer surgió como consecuencia del pedido realizado por una decena de diputados, que responden a las líneas internas de Martín Lousteau y Facundo Manes, para que se expulse a los cinco diputados que apoyaron los vetos presidenciales a la reforma jubilatoria y el financiamiento universitario. Plantearon que no podían permitir que haya “topos” del oficialismo en las filas radicales. El tucumano Mariano Campero forma parte de ese grupo cuestionado. Luis Picat, Martín Arjol, Pablo Cervi y Federico Tournier son los otros legisladores en la mira.

La manera que los radicales encontraron para mantener, por lo menos hasta ahora, la unidad fue a través de la conformación de una mesa de diálogo donde estén representadas todas las líneas internas.

La nueva mesa de diálogo se reunirá este miércoles por la mañana. Al mismo tiempo, el bloque acordó que nadie vaya por la tarde a la Casa Rosada por su cuenta, entendiendo que hubo invitaciones individuales, para no reavivar los enojos. El bloque podría enviar a un representante “institucional” pero eso todavía no se definió. El bloque tiene 33 miembros y se necesita una mayoría de 17 votos para avanzar con cualquier expulsión.

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La conducción del bloque, a cargo del cordobés Rodrigo de Loredo, aclaró inmediatamente que rechazaba la idea de expulsar a los que votaron diferente y buscaron alternativas para contener a todas las facciones. Con ese espíritu, el diputado Julio Cobos propuso que se comprometieran a firmar un reglamento interno que estipule que todos deben respetar las decisiones que adopte el bloque por mayoría. En todo caso, se permitiría cierto margen para abstenerse o ausentarse.

Finalmente, no se firmó ningún compromiso o reglamento interno pero algunos de esos puntos clave necesariamente tendrán que discutirse en la mesa de diálogo.